El tema va más allá de la publicidad que se le ha hecho, del ataque a las mujeres, aunque se trata de eso también, pero en un juego de apariencias y de teatro dentro del teatro. Las confusiones acerca de la actriz Ana, de esa otra Ana que es la esposa de Ricardo Freire -a la que nunca vemos- y de la doméstica sordomuda dan pie a todo tipo de elucubraciones dentro del cruel juego del gato y el ratón en que se complace el protagonista con las mujeres a sus órdenes. La violencia física y la violencia sicológica se imbrincan hasta el sórdido final.